Hija de mi padre
Como hija de mi padre le he aprendido un millón (por así decirlo) de cosas buenas, y otro millón malas también.
Sin embargo, con el pasar de los años he luchado contra aquellos patrones de conducta que sabía debía cambiar por mi bien, como el victimizarme tal como lo hacía él para justificar su carácter y temperamento colérico con arranques de ira diciendo que era por culpa del alcohol; y aunque en parte así era, la verdad es que era un circulo vicioso. Arranque de ira (por cualquier cosa), ir a beber, regresar con otro arranque de ira, justificarse, sentir remordimiento, ir a beber por la culpa y así sucesivamente.
Pero, así como hubo esos momentos malos y completamente desagradables, también, hubo momentos llenos de amor y felicidad. Momentos a los que me apego para hacerme creer que al menos mi infancia y juventud no fueron tan caótico como en verdad lo fueron. Espero que no crean que me engaño, pues no es así, solo decido hacer crecer en mí esos bellos momentos a vivir atada a los malos recuerdos.
En fin, retomando el tema de los "Buenos momentos", fue mi padre quien me enseñó y encaminó a el conocimiento y apreciación del arte. Todo tipo de arte. Me mostró la poesía, la literatura, el amor a los libros, a la música y sus vertientes, a la pintura y cada uno de sus conceptos, a lo abstracto, al arte de las impresiones tal como una buena revista, el olor de un viejo libro y por supuesto que el conocimiento que se deslizaba de las enciclopedias. Fue él quien me llevó a mi primera biblioteca, el que me compró a los siete años mi primera suscripción en Reader´s Digest y quien me proveía de toda sana literatura, poesía, cantos, ficciones, ensayos, artículos entre muchas cosas más.
Y no bastando con eso, me metía a cursos de pintura, danza, poesía, música he incluso canto en una ocasión. Le gustaba verme explorar del mundo artístico y todo lo que podía ofrecerme. Creo que podía ver en mí algún sueño frustrado de su juventud, y aunque ya no está en este mundo para cuestionarselo, yo creo que así fue. Y no me molesta, al contrario, sé que eramos muy iguales en carácter y temperamento, así como en gustos y palabras lo que me hace pensar que aunque poseo mucho de lo que él era, no somos en absoluto iguales.
Pero a pesar de que eramos afines en muchas cosas en otras no lo eramos tanto, como por ejemplo el cine. Amo el cine, el arte cinematográfico y a él, bueno, siempre se quedaba dormido. Prefería mil veces leer el diario local a ver alguna buena película.
Entonces si te preguntas ¿por qué Gin nos cuenta todo ese lio de amor parental? es por que quiero explicar el siguiente punto. El temor.
Así como mil cosas que aprendí de mi padre, ya sean buenas o malas, hubo algunas que se podrían quedar en término medio como el temor.
Él me inculcó el temor, no solo a Dios sino también a fracasar.
Ustedes no lo conocieron pero él era una persona sumamente interesante, no era extrovertido pero si te acercabas a él podrías tener una buena charla. Era amigable y sabía como sacarte conversación aunque no tuvieras ganas. Decir que era inteligente es poco, a mi ver, luego que dejó la bebida se volvió más sabio con la edad y con la experiencia que adquirió al vivir una vida llena de tropiezos, caídas y sacudidas. No había lugar donde él estuviera en donde fuera un perdedor, por el contrario, era un hombre que donde estaba deslumbraba a las personas con su conocimiento y su personalidad.
Pero a pesar de ello, de sus múltiples ideas y excelente trabajo, se auto boicoteaba no seguía con el proyecto.
Ayer estaba meditando y haciendo una auto prospección me di cuenta que yo era igual, me cuesta permanecer en un lugar aunque me esté yendo super bien, me cuesta dar ese paso al éxito aun cuando esté asegurado y por supuesto me cuesta creer que soy capaz de lograr algo aunque todos mis seres queridos me digan que sí puedo.
Sé que esta batalla es en mi mente, en mi fuero interior que necesita encaminar ese viejo habito de auto boicot para llevarlo aún camino más sano en el que no importa si fracaso, lo intenté y no me pasó nada malo con ello.
Es en estos momentos en donde las opiniones de las personas salen sobrando (aunque las queramos) pues sabemos que todo depende de nosotros, de seguir adelante con una idea, un proyecto, un trabajo, un sueño. Todo depende de la fuerza de voluntad que tenga para decir y creer que si puedes, y aunque no funcione, saberte triunfadora solo por el hecho de que saliste de tu zona de temor para avanzar a algo que querías hacer.
Entonces, este es el motivo por el cual este año volví a usar (gracias al regalo de mi esposo) agenda de papel (The Leader in heels, Planner. Se las recomiendo) porqué se podrá dar cuenta que soy más de la vieja escuela y me gusta mucho escribir a mano, así que de esa manera sé que no ignoraré mis apuntes los cuales espero me ayuden a seguir en mi proyecto personal para salir de esa zona de temor que me paraliza cada vez que intento avanzar.
Quizás lo logre, quizás no. Por el momento tengo fe de que sí.
Gin Les.
Sin embargo, con el pasar de los años he luchado contra aquellos patrones de conducta que sabía debía cambiar por mi bien, como el victimizarme tal como lo hacía él para justificar su carácter y temperamento colérico con arranques de ira diciendo que era por culpa del alcohol; y aunque en parte así era, la verdad es que era un circulo vicioso. Arranque de ira (por cualquier cosa), ir a beber, regresar con otro arranque de ira, justificarse, sentir remordimiento, ir a beber por la culpa y así sucesivamente.
Pero, así como hubo esos momentos malos y completamente desagradables, también, hubo momentos llenos de amor y felicidad. Momentos a los que me apego para hacerme creer que al menos mi infancia y juventud no fueron tan caótico como en verdad lo fueron. Espero que no crean que me engaño, pues no es así, solo decido hacer crecer en mí esos bellos momentos a vivir atada a los malos recuerdos.
En fin, retomando el tema de los "Buenos momentos", fue mi padre quien me enseñó y encaminó a el conocimiento y apreciación del arte. Todo tipo de arte. Me mostró la poesía, la literatura, el amor a los libros, a la música y sus vertientes, a la pintura y cada uno de sus conceptos, a lo abstracto, al arte de las impresiones tal como una buena revista, el olor de un viejo libro y por supuesto que el conocimiento que se deslizaba de las enciclopedias. Fue él quien me llevó a mi primera biblioteca, el que me compró a los siete años mi primera suscripción en Reader´s Digest y quien me proveía de toda sana literatura, poesía, cantos, ficciones, ensayos, artículos entre muchas cosas más.
Y no bastando con eso, me metía a cursos de pintura, danza, poesía, música he incluso canto en una ocasión. Le gustaba verme explorar del mundo artístico y todo lo que podía ofrecerme. Creo que podía ver en mí algún sueño frustrado de su juventud, y aunque ya no está en este mundo para cuestionarselo, yo creo que así fue. Y no me molesta, al contrario, sé que eramos muy iguales en carácter y temperamento, así como en gustos y palabras lo que me hace pensar que aunque poseo mucho de lo que él era, no somos en absoluto iguales.
Pero a pesar de que eramos afines en muchas cosas en otras no lo eramos tanto, como por ejemplo el cine. Amo el cine, el arte cinematográfico y a él, bueno, siempre se quedaba dormido. Prefería mil veces leer el diario local a ver alguna buena película.
Entonces si te preguntas ¿por qué Gin nos cuenta todo ese lio de amor parental? es por que quiero explicar el siguiente punto. El temor.
Así como mil cosas que aprendí de mi padre, ya sean buenas o malas, hubo algunas que se podrían quedar en término medio como el temor.
Él me inculcó el temor, no solo a Dios sino también a fracasar.
Ustedes no lo conocieron pero él era una persona sumamente interesante, no era extrovertido pero si te acercabas a él podrías tener una buena charla. Era amigable y sabía como sacarte conversación aunque no tuvieras ganas. Decir que era inteligente es poco, a mi ver, luego que dejó la bebida se volvió más sabio con la edad y con la experiencia que adquirió al vivir una vida llena de tropiezos, caídas y sacudidas. No había lugar donde él estuviera en donde fuera un perdedor, por el contrario, era un hombre que donde estaba deslumbraba a las personas con su conocimiento y su personalidad.
Pero a pesar de ello, de sus múltiples ideas y excelente trabajo, se auto boicoteaba no seguía con el proyecto.
Ayer estaba meditando y haciendo una auto prospección me di cuenta que yo era igual, me cuesta permanecer en un lugar aunque me esté yendo super bien, me cuesta dar ese paso al éxito aun cuando esté asegurado y por supuesto me cuesta creer que soy capaz de lograr algo aunque todos mis seres queridos me digan que sí puedo.
Sé que esta batalla es en mi mente, en mi fuero interior que necesita encaminar ese viejo habito de auto boicot para llevarlo aún camino más sano en el que no importa si fracaso, lo intenté y no me pasó nada malo con ello.
Es en estos momentos en donde las opiniones de las personas salen sobrando (aunque las queramos) pues sabemos que todo depende de nosotros, de seguir adelante con una idea, un proyecto, un trabajo, un sueño. Todo depende de la fuerza de voluntad que tenga para decir y creer que si puedes, y aunque no funcione, saberte triunfadora solo por el hecho de que saliste de tu zona de temor para avanzar a algo que querías hacer.
Entonces, este es el motivo por el cual este año volví a usar (gracias al regalo de mi esposo) agenda de papel (The Leader in heels, Planner. Se las recomiendo) porqué se podrá dar cuenta que soy más de la vieja escuela y me gusta mucho escribir a mano, así que de esa manera sé que no ignoraré mis apuntes los cuales espero me ayuden a seguir en mi proyecto personal para salir de esa zona de temor que me paraliza cada vez que intento avanzar.
Quizás lo logre, quizás no. Por el momento tengo fe de que sí.
Gin Les.
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